Miranda de Arga (Navarra), 27.IX.1870 – Valladolid, 3.III.1947. Misionero Hijo del Inmaculado Corazón de María (Misioneros Claretianos). Sacerdote entregado de manera especial al anuncio del Evangelio, llamado popularmente El Apóstol de la Ribera. Además de esto, gran entusiasta de la devoción al Corazón de María y escritor fecundo de obras cristianas de devoción popular.
Nació en una familia modesta pero bastante acomodada. D. Pedro y D.ª Josefa andaban bien relacionados socialmente y la familia fue abundosa en hijos, siendo Damián el segundo de los siete. Unos cuantos hechos tenidos por milagrosos en sus años infantiles le dieron aureola y sobre todo prepararon su voluntad para seguir una decisión tomada ante la Virgen del Castillo, Patrona de los mirandeses. En la fiesta de la Asunción (1882) la voluntad de Damián era firme y le dijo a Don Pedro: «Padre, la Virgen me dice que me vaya con Ella». En el Seminario Claretiano de Alagón (Zaragoza) estudió lo que entonces se llamaban cursos de Humanidades. Y en aquel mismo Colegio hizo el noviciado y profesó (1886) como Misionero Hijo del Inmaculado Corazón de María. En esta villa aragonesa inició los estudios filosóficos para continuarlos y ultimarlos en la célebre Universidad de Cervera (Lérida), donde también hizo los cursos de Teología, ordenándose de sacerdote el 13.V.1894.
No le fueron fáciles los tiempos de su carrera. En aquellos días ni era de ingenio agudo y ni sus cualidades estudiantiles eran brillantes. Los superiores sólo vieron una voluntad de hierro y una vocación afianzada en la convicción y en el entusiasmo. A los siete meses de su sacerdocio (XII.1894) los superiores dispusieron de él para ser uno más en las misiones de Chile. Aquí es donde él encontraba el centro de su vocación y donde se le abrieron todos los resortes de su alma de apóstol. Sólo estuvo tres años, pero lo infatigable de su vida pudo con toda la carga: misiones, una tras otra, y púlpitos que van resistiéndose de su peso y de su verbo. La residencia la tenía en Santiago de Chile, luego en Linares, pero sus correrías se desarrollaron por toda la nación andina. Y aparece un interrogante: ¿qué ocurre para que a los tres años (1897) desaparezca esta llama misionera y vuelva a la madre patria? Un juicio biográfico claretiano nos dice que «la salida de Chile fue dolorosa para el P. Damián». La Enciclopedia Espasa afirma que «el mal estado de salud le obligó a regresar a España». Hoy, a toro pasado y con sentido providencialista, creemos que el P. Janáriz fue a Chile para aprender el arte y la psicología de la misión y la transmisión de la fe en la misión y para empaparse de todos los recursos que en aquellas tierras los Misioneros Claretianos estaban ensayando y con fruto en la devoción y propaganda al Corazón de María. Misiones y Corazón de María que habían de ser en su vida el alma de todo su apostolado. Si regresó por enfermo, aquí fue roble en salud y no le pudo ni enfermedad, ni cansancio, ni dificultad nacida de hombre o de ambientes.
En España pasó brevemente por las comunidades de Santo Domingo de la Calzada (La Rioja) y Medina de Rioseco (Valladolid). Se ejercitaba en lo suyo: sus misiones populares y su predicación, principalmente sobre el Corazón de María. Al fin recaló en Aranda de Duero (1905), donde estableció sus cuarteles y de donde saldrá para sus correrías evangélicas. En esta capital de la Ribera del Duero fue donde empezó a brillar su fecundidad apostólica, incansable, sorprendente: llevaba a ritmo de vértigo; seguirle era un empeño porque él siempre iba a tumba abierta. Todos los caminos eran suyos, las imprentas chirriaban con sus escritos, los tornavoces de los púlpitos se cansaban de su voz, a los obispos los mareaba con sugerencias y soluciones, a los superiores les urgía con su agenda de trabajo, a los párrocos les traía en jaque con sus misiones, al pueblo fiel le mimaba con su palabra abundosa y le apremiaba a dar su nombre y actividad en Asociaciones piadosas, en la Adoración Nocturna o en la Archicofradía del Corazón de María. Era inasequible al cansancio: en aquellos tiempos (principios del siglo XX) los medios de locomoción eran lentos y era mucho el tiempo que en ellos se empleaba. Pero también aquellos trenes y autobuses de 60 por hora le daban tiempo para conversaciones, que eran otros tantos sermones personales. No había fiesta popular cristiana adonde no fuera llamado y siempre tenía gallarda figura, voz potentísima, sonoridad y timbre con limpísima pronunciación. Con este bagaje oratorio, cierto sacerdote de Zamora, metido en ejercicios espirituales, decía de él: «El Padre Janáriz nos aterra; dice la verdad con tal énfasis y da a ciertas palabras tal acento que parece el ángel del Apocalipsis». Pero donde más trabajó, donde lo tomó como feudo suyo fue en toda la baja Castilla. Recorrió desde Aranda las dos riberas del Duero (río arriba y río abajo); misionó villas de almenas viejas, pueblos con escudos de realengo y villorrios de poca alzada, pero todos ellos con fe empolvada, debilitada y necesitada. En esta tierra de pan llevar y regada por el Duero empezó a llamársele El Apóstol de la Ribera. Aranda fue agradecida con él y el Ayuntamiento le dedicó una calle y le entregó un pergamino con el título de Hijo Adoptivo de la Villa.
Era fulgurante e inmediato en la acción; era el hombre de hoy aquí y mañana a cientos de kilómetros. Por una carta sabemos que en 1927, a primeros de junio predicó en Orense, a mediados en Manzanares de Ciudad Real, a fines de mes en Salamanca; en Villena de Granada le oyen a primeros de julio, el 27 termina en Granada, para aparecer la primera semana de agosto en Albacete y continuar en Ágreda (Soria). Este ritmo era frecuente en él a lo largo de los días. Su buena salud le apoyaba en el trabajo; puso ilusión en todo, pero tuvo un mimo especial en la fundación del Museo Cordiamariano en Aranda. Sólo repasar el catálogo asusta: Iconografía, Numismática, Simbología, Heráldica, Culto y Bibliografía. Es increíble que un hombre que a destajo había entrado en todos las parcelas de la predicación evangélica, que había roto los calendarios porque duplicaba las horas del día con sus trabajos, para quien los trenes eran su bufete de estudio, aun tuviese tiempo para escribir cartas, suplicar ayudas, pedir cooperación y lograr un Museo que fue su mejor aureola. ¡Lástima que tiempos difíciles (1931-1939) dificultasen la obra y la clausurasen definitivamente!
Sus treinta y siete años de residencia en Aranda de Duero podemos decir que fueron un tiempo en que el P. Janáriz fue el alma de Aranda, transformando de verdad el espíritu de los arandinos. Había una cancioneta de misión que decía así: «Al cielo, al cielo quiero ir – al cielo, al cielo, con el P. Genariz».
Un buen día los Superiores juzgaron oportuno liberarle de algunos trabajos y le dieron un cargo de responsabilidad: superior y fundador de la nueva comunidad de Valladolid (1937). Querían sujetarle un poco del ritmo de acción que llevaba y que tuviese algo de descanso en la ciudad del Pisuerga. Diez años en los que amainó, pero en los que todavía tuvo exigencias sobre sí mismo. Setenta y siete años tenía cuando la muerte le llamó; la esperaba y la aceptó con la alegría de los hombres de Dios.
La silueta del P. Damián Janáriz nos la da quien le conoció y convivió con él en sus últimos años de Valladolid:
Silueta física: Era un real mozo, surgido en los mejores viveros de Navarra.
Silueta psicológica: Era un corazón de niño grande, expansivo, dicharachero, ingenuo, perdido por los pueblos de España.
Silueta intelectual: Era una retentiva de prodigio, puesta al servicio exclusivo de la vocación misionera.
Silueta moral: Era un auténtico enamorado del Corazón de María.
Obras de -: Catálogo de la sección bibliográfica del Museo Cordimariano establecido en el Colegio de Misioneros del Inmaculado Corazón de María de Aranda de Duero (Burgos). Ferrol, Imp. Montero (1938), págs, 31; Devocionario de los Sagrados Corazones de Jesús y de María y del Patriarca San José (arreglador por…). Madrid, Im. Ibérica (1927), págs. 608. – 2ª ed. Imp. Asilo de Huérfanos Sagrado Corazón de Jesús, (1930), págs. 590; 3ª Ed., Coculsa, Madrid (1947) págs. 488; Historia de la prodigiosa imagen del Inmaculado Corazón de María de Taggia – Italia, 300 págs.; Entronización espiritual de los Sagrados Corazones, con tributo de amor y veneración, para hacer efectiva la consagración de la Humanidad que han realizado los Papas León XIII y Pío XII. Tríptico de 6 págs. – 2ª ed. Vilamala, Barcelona (1924), 20 págs.; Historia del Museo Cordimariano de Aranda de Duero, Aranda de Duero (1929), en nardígrafo; Historia del Museo Cordimariano de Aranda de Duero e historia de la iglesia y asociaciones, Aranda de Duero (1925), 200 págs, en nardígrafo; Historia de la Iglesia del Corazón de María de Aranda de Duero y asociaciones, Aranda de Duero (1931), 310 págs., en nardígrafo; Historia y novena de la Virgen de Inodeja, patrona de las Fraguas y contornos, Imp. Del Hospicio, Zaragoza (1922), 50 págs.; Historia y novena de la Virgen del Castillo, patrona de Miranda de Arga (Navarra), Imp. Maestre, Madrid (1908), 68 págs.; 2ª ed., (1923), 104 págs; 3ª ed., Imp. Ibérica, Madrid, (1928), 106 págs.; 4ª ed., Casa Martín, Valladolid (1947), 192 págs. – Nota: Va seguida de una reseña geográfico-histórica de la Villa de Misanra y un índice de las obras del autor; Historia y novena de la Virgen de las Angustias, patrona de Arévalo, Imp. Cleto Vallinas, Madrid (1917), 55 págs; 2ª ed., Imp. Industrias Gráficas, Madrid (1926), 134 págs. – Nota: Tiene ilustraciones, gozos y versos de varioas autores y un Himno con música del P. Sierra, C.M.F.; Historia y novena de la Virgen de las Viñas, patrona de Aranda de Duero, Imp. Cleto Vallinas, Madrid (1917), 55 págs. – 2ª ed. Imp. P. Díaz, Aranda de Duero (1924), 124 págs; Historia y novena de Nuestra Señora del Valle, patrona del Monasterio de Religiosas Bernardas de Aranda de Duero, Imp. Viuda de P. Díaz, Aranda de Duero (1934), 24 págs.; Infantes y Juventud cordimariana, Ed. Coculsa, Madrid (1935), 84 págs.; La perfecta devoción al Corazón de María, Barcelona (1918); Manual de la asociación eucarístico-mariana de Infantes y Juventudes Cordimarianas, Imp. Héroes, Madrid (1935), 84 págs. – con prólogo del P. Felipe Maroto; Manual de la visita domiciliaria del Corazón de María, 2ª ed. Imp E. Maestre, Ed. Del Corazón de María, Madrid (1920), 152 págs., 3ª ed., Imp. S. Manzanares, Madrid (1923) 175 págs., 4ª ed. Imp. Espronceda, Madrid (1934), 160 págs. – Nota: Traducida al portugués por el P. V. Armas y al italiano por el P. Sanz de Acedo. Tuvo traducciones al catalán, inglés, francés y vascuence; Manual del archicofrade del Inmaculado Corazón de María, Imp. Montserrat, Barcelona (1910), 64 págs, otra ed., Imp. Claret, Santiago de Chile (1912), 84 págs., otra ed. (1913), págs. 3ª ed. Imprenta Claret, Santiago de Chile (1922), 84 págs.; Manual del archicofrade del Inmaculado Corazón de María y Visita domiciliaria, 2ª ed. Tip. El Voto Nacional, Bogotá -Colombia- (1944), 68 págs.; Manual do archicofrade de Coração de Maria, Tip. Libro Azul, Campinas – Brasil – (1911)
S. Rodríguez Sancho
Tomado del Diccionario Biográfico Español (real academia de la historia)