LUIS IGNACIO ANDRADE
Nació el día 9 febrero de 1894 en Altamira (Colombia), departamento de Huila, diócesis de Garzón. Sus padres fueron Anselmo y Quiteria.
Hacia los 20 años entró de lleno en la vida política. En 1919 es ya parlamentario. Por este camino llegaría más tarde a Embajador ante la Santa Sede, Ministro y aun candidato a la Presidencia de la República.
Contrae matrimonio con Dña. Felisa Manrique Miranda. Tendría él como cincuenta años cuando enfermó ella tan gravemente que el desenlace parecía inminente. Pensó entonces el Dr. Andrade en el tranquilo refugio de la vida religiosa, y solicitó condicionalmente el ingreso en la Congregación como Hermano Coadjutor. Deshauciada y todo por los médicos después de una infructuosa intervención quirúrgica, la enferma, a quien sólo concedían un plazo no superior a tres meses de vida, curó casi prodigiosamente, por intercesión del entonces Beato Antonio María Claret, según parece,
Cuando nueve años más tarde, el 12 de noviembre de 1956, sobrevino en efecto el fallecimiento de Dña. Felisa, el Dr. Andrade formuló la petición de ingresar en la Congregación Claretiana, ahora con carácter absoluto y definitivo.
El Gobierno General, en acuerdo de 28 de enero de 1957, acoge favorablemente la petición, e incluso va más allá, admitiendo al peticionario aun como «aspirante al sacerdocio».
Hizo el noviciado en Antrodoco (Italia), y profesó el día 19 de marzo de 1958, en manos del Rmo. P. General, Pedro Schweiger, tomando el nombre de Anselmo de Santa Quiteria, en recuerdo cariñoso de sus padres.
Recibió la tonsura en Vich el día ]9 de octubre del mismo año, de manos del Obispo de la diócesis; el subdiaconado en el Monasterio de Silos (Burgos) el 23 de agosto de 1959, y el diaconado en Vich el día 13 de septiembre.
Finalmente fue ordenado de presbítero en el oratorio de la Curia General el día 20 de diciembre del mismo año 1959 por el Emmo. Sr. Domenico Tardini, Secretario de Estado. Con el Gobierno General, presidido por el Rmo. Padre, y nutrida representación de nuestras Comunidades de Roma, asistieron altas personalidades de la Curia Romana, como Mons. Samoré, y no pocos representantes diplomáticos acreditados en Roma.
Desde su querida y lejana patria colombiana, donde era y es tan vivo el recuerdo de su vida ejemplar de padre de familias y de gobernante, se unirían, en espíritu sus tres hijos y trece nietos.