Cayetano Girbau

CAYETANO GIRBAU

Nació en la ciudad de Manresa, Provincia de Barcelona, España, el día 13 de Septiembre de 1823.

Ya ordenado sacerdote entró en nuestra Congregación el 9 de Agosto de 1876.

Murió santamente en Cervera, Lérida, el día 3 de Diciembre de 1890.

El Rdo. P. Cayetano Girbau merece figurar en la lista de los miembros más distinguidos de la Congregación por diferentes títulos. Era un sabio y un santo: y todos sus talentos los puso a disposición de la Congregación para la formación de los jóvenes aspirantes.                                                         

Había nacido en la ínclita ciudad de Manresa, Provincia de Barcelona, España, y Dios le había dotado de una inteligencia sobresaliente, de una voluntad bien inclinada, de un corazón noble. Así en los estudios primarios que hizo en su ciudad natal, como en los estudios eclesiásticos del Seminario de Vic. descolló siempre por su conducta intachable, por su capacidad intelectual, y muy especialmente por su conocimiento de le lengua del lacio, lengua que dominaba a perfección, mereciendo ser calificado como digno de figurar entre los más insignes humanistas modernos.

Sintió particular inclinación al ministerio de la enseñanza, y Dios permitió que el Señor Obispo Diocesano le otorgara permiso para dedicarse a ella, desarrollando un apostolado maravilloso en favor de los niños en Igualada primero, en Manresa después y por fin en Tarragona. Su nombre era pronunciado, con respeto por los alumnos que lo idolatraban, por los hombres de letras que sabían cuánto valía aquel profesor tan adicto s su oficio, y de conducta intachable. De sus alumnos afirmaba el autor de la Historia de la Congregación que brillaban en la cátedra, en el foro y en el comercio.

Había conocido a nuestro Santo Padre, cuyas virtudes admiraba: había tenido ocasiones múltiples de tratar a los misioneros de la Congregación por él fundada: y no obstante no sentía en su pecho inclinación hacia nuestro Instituto: diríase que Dios le quería un tiempo más en el mundo, para que continuara aquel apostolado de la enseñanza que con tanta abnegación estaba desarrollando.  „

A fines de 1875 fue a Barbastro, y con ocasión de visitar allí a su hermana carnal que era la superiora del Amparo, nacieron en su alma deseos de imitarla, abandonando el mundo: retiróse a la iglesia Catedral para orar fervorosamente antes de tomar una decisión que afectaría al resto de su vida, y allí fue donde conoció claramente que Dios le quería religioso, y precisamente de la Congregación del P. Claret. Inmediatamente pidió su admisión, que le fue concedida a pesar de su avanzada edad, por tratarse de un sacerdote tan ejemplar y de tantos méritos. Regresó a Tarragona, cumplió el contrato que tenía con el director del establecimiento de enseñar aquel curso, y terminado este, dejó para siempre el mundo con los puestos honoríficos que le ofrecía, y se presentó a nuestra casa de Gracia, para de allí pasar a Thuir, donde hizo el año de Noviciado con un aprovechamiento extraordinario. Desde los comienzos de su vida religiosa se dieron cuenta los superiores de que nuestro Instituto había adquirido una verdadera joya.   

En 1877cuando apenas hubo terminado su Noviciado se había consagrado al servicio de Dios y del Purísimo Corazón de María, destináronle los superiores a Segovia como Prefecto de postulantes y profesor de Latín. Aquí pudo desahogar su celo por la formación de los jóvenes revelando el conjunto de cualidades admirables que Dios de había concedido.                                          

Su paso por el Colegio de Segovia fue corto, pues duró un año, o sea de Agosto de 1877 a.Agosto de 1873, y no obstante allí formó una gran generación de postulantes que fueron años después lustre de la Congregación. Les infiltró el amor al estudio, la piedad intensa, e fervor por 1a virtud.

Al abrirse en Agosto de 1878 el Noviciado en Vic los Superiores pensaron inmediata mente en el P. Girbau para la dirección del misino. Al frente de los Novicios y estudiantes permaneció hasta Octubre de 1886, en que entregó las riendas del colegio a su paisano y admirador, e1 más tarde Superior General del Instituto, P. Martin Alsina.

Ocho años cabales al frente del Colegio más importante de la Congregación gastaron las energías del P. Girbau, y en adelante dedicóse solamente a la cátedra y el ministerio de confesiones en Vic, y más tarde en Cervera, donde murió santamente en la fecha arribe indicada.

El P. Girbau era un santazo de cuerpo entero: hombre de virtud solidísima, de ciencia ascética y mística como pocos ha tenido el Instituto. La Historia de la Congregación nos trae hechos muy elocuentes de su espito tu robusto. La fama que en pos de sí ha dejado es notabilísima.

Antes de entrar en la Congregación había publicado una gramática latina que durante varios años fue muy apreciada por los peritos, y además una gramática castellana de mucho valor. Los trabajos de dirección espiritual de nuestros jóvenes a los cuales fuera dedicado en el Instituto le impidieron trabajar con tanta intensidad en la publicación de obras. Así y todo en sus años de Maestro y Prefecto, compuso su famoso Tesoro del Humanista, considerado como una obra perfecta en su género, la cual fue impresa en 1893.

José Berengueras