JESÚS BERMEJO
- TRAYECTORIA VITAL
La trayectoria vital del P. Jesús Bermejo comienza en Tornavacas (Cáceres). La localidad tenía unos 2.000 habitantes en los difíciles años cuarenta del siglo XX, marcados por las secuelas de la posguerra civil. Aquí nació el 25 de septiembre de 1941, con gran regocijo de todos, el primogénito de la familia formada por D. Secundino Bermejo Camba y Dña. María Jiménez Sánchez.
1.1. Evocando su infancia
Una semana más tarde, el 1 de octubre, fue bautizado en la parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción de su pueblo natal por el cura ecónomo de la misma, D. José M a Amador, mientras era sostenido en la pila bautismal por sus tíos maternos y padrinos D. Serafín Jiménez Sánchez y Dña. Josefa Álvarez Aparicio. Y le pusieron por nombre Jesús.
Jesús fue el mayor de cuatro hermanos -dos chicos, dos chicas- y muy pronto tendrá que alternar las primeras letras con el trabajo en el campo, ayudando al padre, un modesto y honrado labrador de la posguerra, que solía decir en aquellos años de hambre «Dios aprieta, pero no ahoga»…
José Ma Bermejo escribe evocando los años de la infancia de su hermano Jesús: «El niño va y viene; más que ayudar, acompaña y observa. Ya ha aprendido a leer y a escribir; ya domina las cuatro reglas, y destaca como un párvulo aplicado y bueno; los maestros y el cura comienzan a barajar un destino diferente, que coincide con los sueños de la madre, acendradamente religiosa.
La vida se rige todavía por el ritmo de las estaciones, que, a su vez, van señalando los diferentes juegos: la “roanja”, el “pincho”, el “marro”, “pídola”, el ‘pañuelo”, el “guás”… También hay juguetes vivos, como los “luceritos”, las luciérnagas, los grillos… y juguetes que Jesús mismo se inventa, asombrándonos a todos».
Su hermana María de la Cruz, en la actualidad Religiosa Josefina de la Santísima Trinidad, ofrece un testimonio simpático: «Siendo nosotros muy pequeños, jugábamos a “decir Misa”. Yo me vestía de religiosa y él hacía de sacerdote y simulaba que consagraba el pan y el vino. Nos acompañaban primos y vecinos». Comulgaba con frecuencia y el 21 de noviembre de 1951, con sus diez años recién cumplidos, fue confirmado por el Obispo de Plasencia D. Juan Pedro Zarranz y Pueyo.
1.2. Seminarista claretiano
A partir de los doce años, una palabra -que en realidad es una constelación- llenará su vida: Claret. Al borde de los 13 años de edad, el 6 de septiembre de 1954, ingresó en el Seminario Menor de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María. Le recibió en San Martín de Trevejo el P. Prefecto, Isidro Pozuelo Fernández, y comenzó a cursar primero de Humanidades. Atrás quedaba el pequeño mundo que evocaba su hermano José María.
Para cursar el segundo año de Humanidades se trasladó en 1955 a Don Benito (Badajoz), pasando a ser su Formador el P. Facundo Pérez Gutiérrez. También aquí estuvo solamente un año. El resto de las Humanidades (de 3º a 5º) las cursó de 1956 a 1959 en Jerez de los Caballeros, en la misma provincia de Badajoz y con el mismo P. Prefecto. El P. Facundo Pérez, resumiendo la opinión que tenía del Seminarista Jesús Bermejo para ingresar en el Noviciado, escribía: «Es un postulante de los mejores dotados del curso. Sobresaliente por sus condiciones morales, intelectuales, artísticas y literarias. Por temperamento es serio y reflexivo. Es admirable en él esa su capacidad de reflexión y originalidad que manifiesta en todas sus cosas, al parecer impropias de su edad. Le faltan ciertamente condiciones de trato y exhibición que le hacen aparecer de menos valer de lo que es en realidad. En su vida de piedad es también serio, constante y reflexivo».
No sólo fue bien considerado por sus superiores del Seminario. Sus compañeros reconocían que en la convivencia con él nunca encontró nadie problemas. Se trataba amigablemente con todos. Lo veían más bien callado, trabajador y responsable en sus estudios y en cuanto le encomendaban y, ya desde entonces, metódico y eficaz. Siempre estuvo presto a ayudar a quien le necesitaba, sobre todo en los estudios, en los que sobresalía. Los compañeros lo recordaban, además, piadoso. Prefería pasear, leer y contemplar la naturaleza que jugar. Nunca fue su fuerte el deporte físico, pero sí le gustaba seguir la liga de futbol (afición que conservará toda la vida) y dominaba los juegos de mesa. En los años de seminarista en Jerez de los Caballeros ya comenzó a destacar por su dedicación a la poesía que fue perfeccionando con mucha lectura.
1.3. Intensa formación misionera
Por fin el 15 de Julio de 1959 Jesús vistió la sotana de la Congregación y comenzó su año de Noviciado en la casa de San Agustín de Jerez de los Caballeros. Emitió su primera profesión el 16 de julio de 1960, de manos del P. Provincial, José M a Márquez Bernal y aprovechó este momento extraordinario de consagración para añadir a su nombre el de María.
Lo más intenso de la etapa formativa -que es lo menos visible- cabe en pocas palabras: después de realizar la primera profesión, de nuevo Jerez de los Caballeros, esta vez la casa de Aguas Santas, convertida en Filosofado de la Provincia Bética. Aquí continuó Jesús Ma su formación de 1960 a 1963 bajo la dirección del P. José M a Cardoso. Siguió un año de «Maestrillo», en la misma ciudad de Jerez, como Auxiliar del P. Prefecto, José M a Márquez Bernal, y profesor del 60 curso de Humanidades y, a partir de 1 964, fue destinado al Colegio Internacional «Claretianum» de Roma para cursar la Teología, mientras en la Ciudad Eterna se desarrollaba y concluía el Concilio Vaticano ll. Los PP. Francisco Abello (19641966), Severino M a Alonso (1966-1968) y Gustavo Torres (1968-1969) fueron sus formadores en esta etapa que concluyó con la Licenciatura en Teología en la Pontificia Universidad Lateranense (1969) y la ordenación sacerdotal, el 2 de julio de 1968. La recibió de manos del Emmo. Cardenal Pericles Felici, que había sido Secretario General del Concilio Vaticano ll. La primera misa la celebró al día siguiente, en la capilla eucarística de la catacumba de Santa Priscila, acompañado de los familiares venidos a Roma.
A esta altura de su vida el ya P. Jesús M a Bermejo se presentaba, a juicio del P. Severino-María Alonso, que era el formador en el momento de la ordenación, como un misionero con una personalidad hecha: responsable y metódico, respetuoso, algo tímido y con buena formación teológica. También resaltaba expresamente su formación literaria y su condición de poeta.
1.4. Responsabilidades iniciales
El P. Jesús Bermejo continuó en Roma haciendo la escolaridad para el doctorado en Teología durante el curso 1969-1970, pero enseguida fue llamado a la Provincia como profesor de Literatura en el Filosofado de la misma y formador de un grupo de aspirantes a misioneros Hermanos (Loja, Granada, 1970-1972). Durante el curso siguiente (1972-1973) fue nombrado formador de una sección del Teologado de Granada.
Durante un trienio (1973-1976) será Maestro de Novicios en Loja. En una época de transición en la formación congregacional supo mantener un difícil equilibrio entre los criterios formativos tradicionales y las nuevas perspectivas que iban apareciendo después del concilio.
1.5. Director del Secretariado Claretiano
Roma le vuelve a reclamar en 1 976, esta vez para una larga estancia que abarcará casi 30 años. En el Consejo del 27 de octubre, el Gobierno General lo nombró Director del Secretariado Claretiano y, por un período de tres años, Superior de la curia general. En 1976 el P. Jesús Bermejo fue nombrado, además, Rector de la Basílica del Corazón de María, cargo que desempeñó hasta 1986.
Los primeros pasos en el Secretariado Claretiano los dio bajo la tutela del P. Viñas. Hay que reconocer que los dos hicieron buen equipo. Cada uno con su carisma y con su modo de trabajar fueron creando, reestructurando y organizando las diversas secciones del Secretariado Claretiano y prepararon las publicaciones que se iban haciendo necesarias en la Congregación de aquel momento histórico.
Como Director del Secretariado se le encomendó muchas veces el tema claretiano en encuentros de formación y acontecimientos organizados por el Gobierno General. Trabajó con empeño para que se hiciera el medallón-recuerdo del P. Claret en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano.
El trabajo en el Secretariado Claretiano situó al P. Jesús Bermejo en su centro. Él se sentía llamado sobre todo al estudio, a la investigación y a escribir, tareas que le gustaban y para las que estaba especialmente dotado por su capacidad intelectual, su temperamento metódico y minucioso y por sus cualidades literarias. La laboriosidad callada fue su distintivo. El P. Bermejo se convirtió en un archivo vivo de los datos sobre Claret y sobre los años primeros de la Congregación. Siendo Director del Secretariado, realizó diversas publicaciones de obras de San Antonio María Claret preparadas por él o propias suyas.
1.6. Madrid, Cuba, Vic
Las responsabilidades de Jesús M a Bermejo al frente del Secretariado Claretiano terminaron al decidir el Gobierno General el traslado del Secretariado a Vic (Barcelona) a finales de 2003. En 2004 pasó a su nuevo destino, a la comunidad de la Provincia Bética en Madrid (calle Jaenar, 2). Aquí siguió trabajando en algunos proyectos que traía entre manos, principalmente en la preparación de la Autobiografía del bicentenario, cuya edición enriqueció con unas trescientas páginas de notas, introducciones, estudios e índices realizados casi en su totalidad por él mismo.
Durante su estancia en la casa de la calle Jaenar de Madrid formó parte de la comisión encargada de la publicación de la reseña histórica de la Provincia Bética Cien años de evangelización en tierras del Sur (7906-2006), PCI, Madrid 2007, 920 pp., y a finales de 2007, por encargo del Gobierno General, marchó a Cuba para recoger toda la documentación claretiana existente en los archivos diocesanos de la isla caribeña. Regresó a mediados de 2010, habiendo disfrutado mucho en sus investigaciones (se trajo más de 30.000 fotografías de documentos de Claret o referentes a él).
A pesar de las dos delicadas operaciones en el ojo derecho (la primera en Roma, en 2001; la segunda en Madrid, en 2007), Jesús pudo seguir investigando, tanto desde su destino madrileño de Jaenar (de 2005 a 2008), como durante los dos años y medio (de 2008 a 2010) que permaneció en Santiago de Cuba.
A su vuelta de Cuba el P. General le destinó a Vic. En septiembre de 2010 se incorporó a su nuevo destino y comenzó a colaborar en los proyectos del Centro de Espiritualidad Claretiana (CESC) y a trabajar el material traído de Cuba para su publicación.
Durante su última etapa en Vic formó parte de la comisión que preparó un libro sobre los mártires claretianos de Sigüenza y Fernán Caballero con motivo de su beatificación (Mártires por la fe, maestros en fidelidad. Beatos mártires claretianos de Sigüenza y Fernán Caballero, PCI, Madrid 201 3, 301 pp.).
De esta etapa dice el P. Severiano Blanco: «Estaba trabajando con entusiasmo sobre los Mártires de Sigüenza y Fernán Caballero, y tenía en perspectiva, con los demás miembros del CESC, varios estudios y publicaciones. Su amplísima erudición claretiana nos daba seguridad y su laboriosidad prometía mejores posibilidades a nuestros proyectos; sin él no es lo mismo. Considero que no llegan a media docena los claretianos que le hayan igualado o superado en el conocimiento de la vida, obra y espiritualidad del P. Fundador. Mirando “humanamente”, le quedaba mucho por dar a la Congregación; y él estaba dispuesto a darlo”.
En los últimos años cuidó poco de su salud. No buscó el remedio para sus molestias en los ojos, ni para su incipiente sordera. Quizá estaba demasiado embebido en sus investigaciones y escritos como para fijarse en esos detalles. Tampoco cuidó las hernias que le provocaron la muerte. Allí, junto al Fundador a quien dedicó su vida entera, le llegó la hora del adiós, el martes de Pascua, 2 de abril de 2013. El gran don que recibió en su funeral fue tener su féretro a 10 metros de la cripta y del cuerpo de San Antonio María Claret, a quien tanto había amado.
- JESÚS BERMEJO AL TRASLUZ
En un papelito escrito por él mismo, que se encontró fortuitamente sobre la mesa de su despacho en el CESC después de su muerte, Jesús se define a sí mismo con tres palabras que indican su realidad profunda: misionero (claretiano, investigador, añade entre paréntesis), poeta y humorista.
2.1. El Misionero Claretiano
Se puede comenzar a hablar del misionero claretiano Jesús Ma Bermejo recurriendo, como persona, a aquellas palabras de la Sabiduría que se aplica Claret en la Autobiografía (n. 18): «Ya de niño era yo de buen ingenio y me cupo en suerte un alma buena». Sin duda, hablando de su dimensión más humana, Jesús era una persona buena y su bondad estaba amasada de sencillez, ternura, timidez y cercanía. Y siempre se manifestaba en la nobleza, la honradez y la coherencia.
También fue de buen ingenio. Esto le daba un corte intelectual que se encontró en su centro cuando pudo dedicarse de lleno a la investigación de Claret, de su tiempo y de su obra. Y, como buen intelectual, no le faltaba su pequeña dosis de «despiste» o de falta de atención a lo que le rodeaba. Su formación, en general, cabalgó por la etapa anterior al Vaticano ll, la celebración conciliar y el inmediato posconcilio.
Era sensible y culto. Amaba el arte en todas sus manifestaciones, especialmente la pintura, la poesía y la música, fruto de una esmerada formación y —en el caso de la poesía- también de un talento natural.
Su espiritualidad misionera se expresaba, ante todo, y se fundamentaba en el amor a su vocación. Vivía entusiasmado por ser Misionero Hijo del Inmaculado Corazón de María y sentía pasión por la figura de Claret. Fue un claretiano «exagerado». Lo grande del P. Bermejo no era que sabía mucho del P. Claret, sino que lo amaba con delirio. La respuesta a su vocación se expresaba también en su amor sin límite a la Congregación.
Su espiritualidad misionera la cultivaba en la oración asidua. Fue un hombre de oración. En esto era responsable y ejemplar. Referentes en su vida espiritual, además de Cristo y el Corazón de María, a quien rezaba el Rosario asiduamente, eran la Eucaristía, Claret y San José.
Vivió con gran delicadeza de conciencia los compromisos de su consagración. Era obediente a los superiores y a la comunidad, y no tenía ninguna aspiración de poder ni ambicionaba los cargos. Vivió pobremente y se manifestaba desprendido y generoso. En la pobreza su comportamiento fue muy destacado. Muy delicado respecto a la castidad. Era un hombre de fraternidad: amable, atento y delicado. En la vida comunitaria mostró en el día a día buenas relaciones de convivencia con los demás. Servicial, bien dispuesto a ayudar, comprensivo y cordial, incapaz de molestar a nadie. Sabía sufrir en silencio.
Jesús sabía que su celo apostólico lo tenía que mostrar en el cumplimiento del encargo recibido. Aún así, junto a la ingente labor que iba realizando en el Secretariado Claretiano, hay que subrayar su actividad pastoral. Abarcaba desde sus habituales servicios en el Templo Votivo del Corazón de María a la atención de las capellanías; de los enfermos de la Clínica Mater Dei a la dirección espiritual de religiosas; del acompañamiento formativo de varias comunidades por el camino de la renovación conciliar a los retiros espirituales…
2.2. El poeta
Y queda hablar del poeta… Jesús lo era. Escribió una cantidad grande de poemas desde muy joven. Muchos están aún inéditos. Otros fueron publicados, como es el caso de la obra Cumbre de gozo, María, A ti José, profeta en el silencio, Orar bajo la luz del Evangelio y Canto a la Virgen del Cobre.
José M a Bermejo, también poeta, califica así la poesía de su hermano: «En su primera juventud abordó, con una rara perfección formal, una poesía de resonancias modernas (con ecos de García Lorca o de Juan Ramón), que contemplaba todavía el paisaje, pero muy pronto se centró en una poesía devocional, sobre todo mariana, llena de candor, luminosidad y ternura. Las imágenes suelen ser sencillas, aunque a veces se trasluce el misterio teológico.
2.3. El humorista
No cabe duda de que Jesús tenía un vivo sentido del humor que derrochaba especialmente cuando se sentía en confianza: un humor ingenuo e ingenioso, pero nunca hiriente. En esas ocasiones intentaba ser simpático a base de juegos de palabras y de contrastes académicos. Era su manera personal de abrir espacios de comunicación y de crear un ambiente positivo y distendido a su alrededor. Mostrarse bromista impedía que su innata timidez le aislara en distancia y en soledad, hacia las que siempre solía tender por sensibilidad natural.
- SU HUELLA PERMANECE
Jesús M a Bermejo ha sido para la Congregación, y desde ella para la Iglesia y para el mundo, un regalo de Dios. Asumiendo el testigo de quienes le precedieron en el estudio de Claret (PP. Augusto Andrés, Juan Manuel Lozano, José Ma Viñas…) ha contribuido grandemente a impulsar en la Congregación la conciencia carismática claretiana, dándole una fundamentación científica e histórica. Ha abierto una puerta y ha marcado un camino que ahora han de seguir otros.
Por su parte, ahí quedan las numerosas y bien documentadas obras que ha escrito y toda la siembra claretiana realizada en el ámbito de la formación, de la misión, de la dimensión cordimariana, de los capítulos generales, de la investigación individual especializada, de la Familia Claretiana…
Nació pobre y murió pobre -conmovedoramente pobre-, subrayando así la inmensa riqueza que atesoraba y que derramó a manos llenas: bondad, sencillez, inteligencia, sabiduría, sensibilidad, sentido del humor…