BENITO VILAMITJANA Y VILA, amigo de Claret, obispo de Tortosa y arzobispo de Tarragona (1812-1888).
Nació en San Vicente de Torelló, provincia de Barcelona y diócesis de Vic, el 4 de octubre de 1812. Estudió en el seminario de Vic y fue ordenado presbítero en 1836; coincidió, por tanto, con Antonio Claret durante varios años de estudio. Amplió estudios en la universidad de Barcelona, donde, en 1846, se graduó en teología y en filosofía y letras. Como Claret, profesó enorme admiración al obispo de sus años de seminario, D. Pablo de Jesús Corcuera, sobre el cual pronunció una sentida oración fúnebre con motivo del homenaje que se le tributó en enero de 1862.
Algún tiempo fue maestro en Sant Julià de Vallfogona y posteriormente catedrático y vicerrector del seminario de Vic. Al abrirse al culto en 1848 la iglesia de la Merced, quedaron a su cargo los catedráticos del seminario D. Mariano Aguilar y D. Benito Vilamitjana, que a partir de octubre de 1849 vivieron en el convento adjunto con los primeros misioneros claretianos, cuya pobreza aliviaron algún tanto prestándoles parte de su ajuar. Vilamitjana conoció allí a todos los cofundadores de los claretianos y al equipo de colaboradores que acompañó a Claret a Cuba (ECpas II, p. 628).
En 1854 obtuvo por oposición la dignidad de canónigo magistral de Seo de Urgel, diócesis regida desde un año antes por Mons. José Caixal; en cartas a éste desde Cuba, Claret enviaba saludos a Vilamitjana, “a quien yo amo mucho”, “a quien aprecio mucho” (EC I, p. 1120; 1380). En la Seo fue competente profesor del seminario y se acreditó –al igual que anteriormente en Vic- como elocuente predicador.
En 1858, al haber caído enfermo el P. Esteban Sala, Claret pregunta al P. Xifré si habrá que cambiar de candidato para Santiago de Cuba y si podría pensarse en B. Vilamitjana (EC I, p. 1563), y en 1859 le recomienda al nuncio para aquella sede (ECpas II, p. 269nota). Recomendado por su amigo Claret, fue finalmente nombrado obispo de Tortosa, y eligió al arzobispo Claret y a D. Paladio Currius como testigos del proceso canónico (“los dos iremos a firmar y jurar el interrogatorio” [EC II, p 382; cf. ECpas II, p. 626;]). Recibió la consagración el 4 de mayo de 1862, en la iglesia del Carmen de Vic, de manos de Mons. Costa y Borrás asistido por los obispos Castañer, de Vic, y Caixal, de Urgel. Con motivo de tal nombramiento, Claret proyectó poner una casa de misioneros en Tortosa, a pesar de que en Valencia “el nuevo arzobispo la desea mucho” (EC II, p. 300). En aquella diócesis fue gran protector de algunos institutos religiosos que se encontraban en situación precaria. En la época revolucionaria de los años 1868ss defendió aguerridamente los derechos de la iglesia frente a las imposiciones laicistas.
Partidario incondicional de Claret en su propuesta de catecismo único para toda España, le hizo alguna atinada propuesta de mejora al texto que Claret le envió (ECpas III, p. 193). Los obispos de la provincia tarraconense, reunidos en Roma en 1867 para celebrar el 18 centenario del martirio de S. Pedro, trataron de la propuesta de Claret, y Vilamitjana lamentó que algunos, como Mons. Puigllat, no fuesen del todo partidarios (ECpas III, p. 259). En 1869-70 participó en el concilio Vaticano I. En junio de 1879 fue promovido a la sede metropolitana de Tarragona, donde, entre otras obras importantes, construyó el nuevo seminario.
A finales de este año comenzaron los PP. Xifré y Clotet una recogida sistemática de testimonios sobre Claret, en orden a introducir su causa cuando llegase el tiempo canónico, y uno de los primeros y más autorizados testigos a quien recurrieron fue Mons. Vilamitjana. El arzobispo no solo se ofreció a “declarar, en la forma que se quiera, todo lo que sepa del Sr. Claret, y en este concepto me pongo a las órdenes de Usted” (testim. recogido en el Resumen de Clotet, p. 168), sino que él mismo, mediante una circular, recabó el testimonio de los miembros del cabildo y de los arciprestes de su archidiócesis, y así pudo enviar al P. Xifré, el 20 de abril de 1881, un amplio dossier con la documentación recogida (cf. Clotet, Ibídem). Su fallecimiento el 3 de septiembre de 1888 no le permitió declarar en el Proceso Informativo de Tarragona para la beatificación de Claret, que se realizó a comienzos de 1889.
- Benito Vilamitjana fue muy amante de la lengua catalana y de la pastoral popular, y era crítico con los predicadores que usaban el castellano por lucimiento. Muy probablemente es suya una frase que a veces se ha atribuido a S. Antonio Mª Claret: “vosotros predicáis en castellano y el pueblo se condena en catalán” (ArxCl I, p. 13).