VICENTE DE LA FUENTE Y CONDÓN, seglar, amigo y colaborador de Claret.
Nació en Calatayud (Zaragoza, España) el 29 de enero de 1812. Fue jurista e historiador de fama, profesor eminente en varias universidades; religioso y apologista de lo religioso. Fue miembro fundador de las Conferencias de San Vicente de Paúl y de la Academia de San Miguel.
Hizo estudios eclesiásticos en el seminario de Tudela (Navarra), pero no se ordenó sacerdote. En su juventud fue carlista; después de la Primera República militó en el La Unión Católica, de Alejandro Pidal.
Inició su carrera docente en 1837 como profesor de teología en el seminario de Málaga. Luego enseñó Ciencias Eclesiásticas en el Instituto San Isidro de Madrid (1844) y seguidamente entró a dar clases de Derecho en la Universidad Central, donde fue también bibliotecario mayor. Dirigió el traslado de la biblioteca de Alcalá de Henares a Madrid (1848). Enseñó Derecho Canónico en Salamanca (1852-58); de allí volvió a la Universidad Central, de la que en 1875-77 fue rector. Fue académico, bibliotecario y profesor de la matritense Real Academia de Legislación (1845) y correspondiente de la Real Academia de la Historia (1854). En 1875 ingresó en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.
Escritor prolífico, colaboró en varias publicaciones periódicas, como el Boletín del Clero Español, La Cruz, la Cruzada, La Unidad Católica, etc., y editó varios volúmenes de la Biblioteca de Autores Españoles (BAE). Concluyó la España Sagrada del P. Flórez, y escribió una Historia Eclesiástica de España que, bajo un cierto patronazgo del P. Claret, editó en la Librería Religiosa.
Según confesión propia en el Proceso Informativo de Madrid para introducir la causa del P. Claret, le conoció antes de que marchase a Cuba, cuando, de paso por Madrid, confesaba enfermos en el Hospital de San Juan de Dios; luego le trató con bastante intimidad durante los años 1858-1868. Perteneció a la Academia de San Miguel desde su fundación (1858-59), fue difusor de la misma y ayudó a Claret en la elaboración del reglamento y diversas tareas de imprenta relacionadas con la Academia. “Diga a D. Fco. Besalú que ya puede enviar 50 catálogos y 50 reglamentos de la última edición a D. Vicente la Fuente en Calatayud” (EC I, p. 1847, agosto de 1859). Pertenecía al coro primero, en cuya lista sólo le preceden los reyes, el ministro Arrazola, el senador Santiago Tejada y el sacerdote Francisco Besalú. Esta jerarquía se reunía en casa de Claret, de la C/ Atocha, frecuentemente presidida por el propio arzobispo, y La Fuente nunca faltaba. Fallecido Claret, la presidió D. Vicente por algún tiempo.
Fue corrector de pruebas de varias obras editadas por Claret, y preparó la edición, realizada por Aguado a expensas de Claret, de la Vida de Santa Pulqueria, Virgen y Emperatriz (EC II, p. 814), obra orientada a fomentar la piedad de la reina Isabel II. Defendió públicamente al santo arzobispo, “de palabra y por escrito” (Proceso Informativo de Madrid), con motivo de la publicación pervertida de La Llave de Oro, e igualmente del infundio referente a la obtención de la bula Singularis Natura con que Pío IX acompañó la concesión de la “Rosa de Oro” a la reina: “calumnia tan lavapiesera, tan canario francés (canard), tan asnal, tan boligorda…”. Dada la confianza que Claret tenía con Lafuente, el santo mostró al catedrático, antes de quemarlas, algunas de las litografías obscenas y calumniosas que le enviaban por correo, y a La Fuente hizo la célebre confidencia: “D. Vicente, si oye decir Usted que me he escapado [de Madrid], no le extrañe”.
Escribió –de forma anónima, “por un miembro de la Academia de San Miguel”– una brevísima y enjundiosa biografía de Claret en 1878, después de haber proporcionado abundante información a D. Francisco de Asís Aguilar para la suya, más voluminosa, publicada en 1871. Es de gran interés la Declaración de La Fuente en el Proceso Informativo de Madrid, en 1889. Murió en Madrid el 25 de diciembre de 1899.
Puede verse reseña biográfica en el Diccionario Biográfico Español.
Su sucinta Biografía de Claret, con amplia introducción por el P. Jesús Bermejo, puede verse en Studia Claretiana IX (1991) pp. 157-194.