PEDRO LLAUSÁS ALEMANY, sacerdote colaborador de Claret
Nació en Flassá (Gerona) el 16 de marzo de 1825. Siendo seminarista mayor del último año de carrera, en 1854 acogió la invitación de Claret para marchar a Cuba, terminar allí los estudios y ordenarse para aquella diócesis (Cf. Aut 557). Marchó con otros doce compañeros, de las diócesis de Gerona y Urgel, dos de ellos ya sacerdotes y el resto subdiáconos o simples seminaristas. Como la mayor parte de ellos, se preparó para la marcha con unos ejercicios espirituales realizados en La Merced bajo la dirección del P. Esteban Sala; los ejercicios comenzaron el 28 de noviembre, y el grupo se hizo a la mar el 14 de diciembre y llegó a Cuba el 6 de febrero.
Ordenado por Claret en julio de 1855 con el título de teniente cura de Nuevitas, seguidamente lo fue de San Bartolomé de Baire, solo por dos meses, y, a partir de octubre del mismo año, durante once meses, fue teniente cura de San Luis del Caney. En ese tiempo fue durante tres meses Secretario de Visita del arzobispo; en calidad de Secretario, le acompañaba en Holguín en el momento del atentado y seguidamente los días de hospitalización; por sus conversaciones con Claret en el hospital, es un testigo de excepción tanto del hecho como de la interpretación diabólica dada por el arzobispo; así lo dejó atestiguado en unos Apuntes, que posteriormente entregó a la Congregación y se conservan en Vic. Tuvo también en propiedad el curato de San José de Guisa. En abril de 1856, Claret le nombró juez eclesiástico y sacristán mayor del Sagrario, en la catedral de Santiago (lo ejerció durante once meses). Parece que no echó raíces en ninguno de estos destinos, pues al regresar Claret a Madrid (marzo de 1857), quedó apalabrado con él para que le llamase a la Península cuando lo considerase oportuno (ECpas I, p. 743 y 764). Claret esperará algunos meses, debido a la incertidumbre inicial sobre su propia permanencia en la corte.
Entre tanto, a mediados de 1857 D. Dionisio González, gobernador de la diócesis en ausencia de Claret, le nombró cura propio de Holguín, donde ejerció también como Vicario Foráneo; ostentó el cargo durante 18 meses, pero presente estuvo poco tiempo, pues pronto pasó a Santiago a esperar órdenes de Claret (ECpas II, p. 40). En abril de 1858 es nombrado capellán del hospital militar de Santiago (ECpas II, p. 67). Claret le tuvo in mente para acompañar a las monjas de la M. París en su viaje a la Península, como posible alternativa al P. Currius (EC I, p. 1530), o bien para para secretario de cámara y mayordomo de palacio, sustituto igualmente de Currius; pero éste y Dionisio consideraron que no era apto (EC I, p. 1590), por indiscreto y confuso (ECpas II, 183). Currius manifestó siempre tenerle en bajo concepto (cf. EC I, p. 1494 nota).
Finalmente el 8 de julio de 1858 salió para la península, y llegó a Barcelona en septiembre; llevaba tres cajas de libros de Claret (EC I, p. 1647). Pasó allí algunos meses.
Llegado a Madrid renunció a todos sus títulos de Cuba con la intención de dedicarse con Claret a la predicación de misiones; Claret le cuenta desde el principio entre sus colaboradores, junto con D. Francisco Sansolí y D. Carmelo Sala (EC I, 1734). En noviembre de 1859 le encontramos dirigiendo ejercicios a las Vedrunas de C/ San Francisco, de Madrid, con autorización de Claret, que no se fía mucho de su capacidad de silencio (EC II, p. 60; ECpas II, p. 389s).
Estuvo dos años a las órdenes del arzobispo, al que prestó servicios de capellán y secretario de cámara en el verano de 1859 y a finales de 1860 (EC II, p. 8; III, p. 358; y Pas II p. 517). Claret le nombró vicerrector de la iglesia de Montserrat, en la que en 1860 tuvo que suplir durante varios meses al rector, D. Paladio Currius. En semana santa se accidentó mientras hacía el monumento y tuvo que viajar a Cataluña a reponerse con los aires natales (EC II, p. 465). Su correspondencia y trato con Currius es frecuente.
En enero de 1861 Claret le envió al Escorial, donde permaneció tres meses como capellán real (quizá fue para la obtención de dicho título por lo que redactó un detallado curriculum vitae, que habría de firmar Claret y que encontramos en ECpas II, p. 554). Allí colaboró con Currius en copiar las Pláticas Doctrinales (originales del obispo Buenaventura Codina), que el P. Claret editaría. Pero en abril del mismo año renunció a su puesto en El Escorial y marchó a la Compañía de Jesús; ingresó en el convento de la Selva del Camp (Tarragona). Al parecer en la Compañía le fue bien, como lo muestra en una carta que escribió a Currius en 1865, que también leyó Claret y quedó muy complacido (EC II, p. 943). Perteneció a la provincia jesuítica de Aragón, hasta que fue enviado a Filipinas. Murió en Zamboanga en 1888.
El P. Clotet transmitió este apunte sobre Llausás: “Por testimonio del P. Alegret, también Jesuita y Superior que fue de una Residencia, que los Padres tienen en su obispado, sé que Llausás decía: Si vivo por algunos años veré al Santo Arzobispo Claret en los altares”. Esta mención de Llausás surge a propósito de una discusión tenida en la casa de Gracia en 1892 sobre apariciones de los demonios. En ella el P. Clotet aduce “la relación hecha por el P. Llausás” (cf. Jaume Sidera, Biografía del P. Xifré, vol. II, p. 463s). ¿Se tratará de su Relación sobre el atentado de Holguín, que se conserva en el Arxiu de Vic, o se referirá Clotet a algún otro escrito de Llausás, quizá relacionado con el movimiento exorcista surgido en torno al beato Francisco Palau?