Este año 2019 celebramos los 150 años del nacimiento del Rmo. P. Nicolás García Cuesta (1869-1950). Para la historia de la Congregación ha sido una figura entre las más destacadas, baste pensar que es el Superior General que ha desempeñado este cargo más años, después del P. José Xifré: 24 años (1922-1934, 1937-1949). A su tiempo, el P. J. López Alijarde, C.M.F., escribió una larga y pormenorizada biografía. Se puede encontrar en: Annales Congregationis XLV (1959-1960) pp. 480-487, 566-573, y XLVI (1961-1962) pp. 36-52, 176-180, 219-227, 278-289. A ella nos remitimos para quien quiera profundizar la ingente labor llevada a cabo en favor de la Congregación por esta figura insigne de Misionero Claretiano. Aquí señalaremos solamente algunos hechos y rasgos más significativos.
Nació el 23 de Diciembre de 1869 en el pueblecito de Hormicedo (Burgos, España). En 1883, a los 14 años, entró como Postulante en nuestro colegio de Segovia. Hizo el Noviciado y primera Profesión en Alagón (1885-1886). Allí mismo cursó Retórica y dos años de Filosofía (1886-1888). Luego pasó a Cervera, donde acabó la Filosofía y cursó Ética (1888-1889). Seguidamente, en Vic estudió tres años Teología Moral (1892-1894) y fue ordenado sacerdote (1894). Luego comenzaron sus varios destinos, como predicador, profesor…, hasta que comenzó la época de gobierno, primero local (Zamora 1905-1912), después Provincial (Bética 1912-1922), hasta General (1922-1934, 1937-1949). Efectivamente, en 1922 fue elegido Superior General, sucediendo al Rmo. P. Martín Alsina, hasta 1934, en que fue elegido el Rmo. P. Felipe Maroto). A la inesperada muerte del P. Maroto, fue elegido de nuevo Superior General (1937) hasta 1949. Murió en Roma el 24 de Febrero de 1950. Curiosamente, ya desde sus primeros cargos de gobierno, el P. García manifestó repetidas veces que no tenía cualidades para gobernar y sus varios problemas de salud; pero, nunca se le aceptaron sus razones, de manera que continuó incluso subiendo a responsabilidades cada vez mayores hasta 1949. Su discreción, ingenio, celo, observancia y amor a la Congregación… se fueron enriqueciendo con una experiencia cada vez mayor.
Fueron famosas, en particular, sus Circulares. Ya siendo Provincial de Bética publicó varias de cara a la Provincia. Durante su primer generalato ofreció nada menos que 35 Circulares sobre temas varios. En ambos períodos de generalato se preocupó mucho de la observancia y la disciplina. Fue intensa su labor jurídica publicando nada menos que 17 Reglamentos para diversas situaciones y entidades. Preocupado por la formación de nuestros Estudiantes, publicó un “Ordo Studiorum Generalis” que vigió desde 1930 hasta 1959, mucho más allá, por lo tanto, de sus generalatos.
Durante su primer generalato aumentaron las fundaciones que pasaron de 142 en 1922 a 210 en 1934, con un total de 68, no obstante haber suprimido 11 mientras tanto. Aumentaron también los Organismos Mayores, o mejoraron su condición jurídica. Aumentó también el número de miembros, aunque no mucho, pasando de 1921 a 1935, respectivamente de 916 Padres a 1263, de 391 Estudiantes a 576, de 542 Hermanos a 587, de 78 Novicios a 134, y de 514 Postulantes a 821.
Visitó repetidas veces todos los Organismo. Otra grande preocupación suya fue sanear y mejorar la precaria economía congregacional, insistiendo para ello en la observancia, el trabajo y en particular la oración. Fomentó el apostolado de la pluma, siguiendo el espíritu del P. Fundador. Por encargo del Capítulo de 1922, se empeñó en la erección del Templo Votivo de Roma; a pesar de enormes dificultades de todo tipo, logró acabar la cripta. Gran mérito suyo fue también el impulso dado a la Causa de Beatificación del Nuestro P. Fundador, lograda precisamente en 1934, poco antes de que el P. García concluyera su primer generalato.
Continuaron sus problemas de escasa salud: insomnio, dolor de cabeza.., lo cual le había obligado ya a un tiempo de forzoso descanso en 1930, hasta el punto que en 1931 expuso a su Gobierno la conveniencia de su renuncia a Superior General; pero, después de una intensa consultación entre los miembros del Gobierno, en 1932 no fue aceptada.
En el Capítulo de 1934 se votó a un nuevo Superior General el cual, ya salió elegido en la primera votación por gran mayoría de votos: el Rmo. P. Felipe Maroto, hasta entonces Procurador General. El P. García salió elegido como Subdirector y primer Consultor General.
Fallecido inesperadamente el P. Maroto el 11 de Julio de 1937, en el Capítulo General celebrado hacia finales del mismo año, fue de nuevo elegido Superior General el P. García, no obstante su delicada salud. Se hicieron famosos sus numerosos Consejos Generales y sus Circulares: otras 44, con lo cual llegaron a un total de 79 entre los dos generalatos. En aquellos años, y a pesar de las inmensas dificultades debidas a la guerra de España (1936-1939) con sus innumerables mártires y casas e iglesias destruidas, y luego la guerra mundial (1939-1945), visitó la Congregación con viajes de hasta 9 y 14 meses seguidos. Impulsó nuevas fundaciones, favoreció insistentemente los estudios, empujó la Causa de Canonización del P. Fundador, que tuvo lugar el 7 de Mayo de 1950, pero a la que el P. García no pudo asistir debido a su muerte el 24 de Febrero de 1950. Reanudó como pudo las obras del Templo Votivo de Roma; pero, las dificultades debidas a la guerra y las reclamaciones presentadas por el arquitecto no permitieron poder concluir la obra, todavía hoy incompleta por cuanto se refiere a la enorme cúpula que la tenía que culminar.
El 3 de Mayo de 1949 se inauguró en Castelgandolfo el siguiente Capítulo General. Después de 45 ininterrumpidos de gobierno (Zamora 1905-1912, Bética 1912-1922, General 1922-1934, Subdirector General 1934-1937, y de nuevo General 1937-1949) y a pesar de sus achaques y sus casi 80 años, todavía obtuvo algunos votos (¡tanto se apreciaba la labor que había llevado a cabo anteriormente!), fue elegido Superior General el único no español presente en la Asamblea, el alemán P. Peter Schweiger.
El P. García pasó ahora a ser uno cualquiera; pero, el hecho de quedar inactivo, después de tantos años de incesante y agotadora actividad, junto al mal estado de su salud, el produjo un estado de abatimiento. El 24 de Febrero de 1950 un cáncer de estómago causó su deceso y pasó a la Gloria del Padre.
El P. García fue siempre un hombre de carácter serio y meditativo, disciplinado, responsable, activísimo, amigo del estudio. Como Superior, veló por la observancia, la vigilancia en las administraciones; tuvo un gran amor a sus súbditos, de los que fue siempre acérrimo defensor; respetuoso de todos, paciente y dulce en su proceder. Tenía un mirar abierto y sereno, sin remilgos ni asperezas, prudente, franco y preciso. Amante de la verdad y de la justicia. Se dio en cuerpo y alma a los hermanos. Ya sea por el ejemplo de su vida como de sus numerosos escritos, la Congregación le debe verdaderamente mucho.
– J. Rovira, CMF.