Nacido en Madrid el 10 de noviembre de 1804; estudió en Alcalá de Henares y se ordenó sacerdote el 21 de septiembre de 1829. En 1835 era vicario de Navalcarnero. En 1845 publicó el Catecismo Breve de la Doctrina Cristiana por preguntas y respuestas… para uso de las escuelas y colegios, que tuvo gran difusión.
Conocido y colaborador de D. Fermín de la Cruz (si le identificamos con el “García Novoa” de Cristóbal F. y J. M. Gil), fue a Vic a llevar las bulas para de la consagración episcopal del P. Claret, a la que asistió el 6 de octubre de 1850. Con ambos más el P. Esteban Sala, a los dos días emprendió Claret viaje a Madrid.
Fue durante bastantes años visitador de religiosas de la diócesis de Toledo. En 1859 era capellán y confesor del colegio de la Vizcondesa y asesor de ella misma en diversos asuntos. Parece que fue ecónomo de la madrileña parroquia de San Sebastián desde abril de 1862 (por fallecimiento del párroco) hasta fecha imprecisa de 1863. Durante algún tiempo regentó también la parroquia de S. Lorenzo.
Los contactos con el P. Claret, iniciados en 1850 probablemente a través de D. Fermín de la Cruz, se reanudarán cuando el arzobispo regrese de Cuba y desempeñe el cargo de confesor real. A esto colaborará su trato habitual con las Vedrunas, religiosas predilectas de Claret y ya establecidas en Madrid. El 21 de noviembre de 1859 encontramos reunidos en el domicilio de Claret a cuatro grandes protectores de las Vedrunas y amigos del Santo: D. Santiago Tejada, senador del Reino, D. Andrés Martínez Novoa, visitador de religiosas, D. Manuel de Vicuña, padre de Sta. Vicenta María, y D. Antonio Herrero); en dicha reunión se decide la creación de un noviciado de Vedrunas en Madrid, noviciado que duró sólo cinco años, el último de los cuales tuvo por director espiritual a D. Andrés Martínez Novoa.
En algunos viajes por Europa, el Sr. Martínez Novoa conoció a los Redentoristas, y al comienzo de los años 60 trabajaba por su establecimiento en España. Estos le dejaron las Constituciones, y, en diciembre de 1862, él se las dejó (luego regaló) al P. Claret. A éste le gustaron sobremanera y las utilizó para la elaboración de las de sus Misioneros, que serían aprobadas en 1865: “Un amigo mío –escribía al P. Xifré- me ha dejado ver las reglas de la Congregación que fundó S. Ligorio, que me han gustado mucho y he hecho un extracto de cada una de ellas y remito a Usted”; “después de haber hecho yo aquel trabajo, me dijo el amigo que me las había prestado que ya me las daba, yo se lo agradecí muchísimo y he pensado remitírselas a Usted…” (EC II, p. 572s).
Habiendo llegado los Redentoristas a Madrid en febrero de 1863, Claret será junto a D. Andrés un gran valedor de ellos y entrará en amistad duradera con su superior, el P. Vittorio Lojódice. De momento, con la mediación de un exclaustrado, hermano de D. Fermín de la Cruz, se establecieron en la diócesis de Cuenca, en el pueblo de Huete; sólo en 1869, tras la revolución, se establecerán en Madrid; pero, por diversos motivos, ya en los años previos, se multiplicarán los encuentros de Claret, Lojódice y Martínez Novoa.
D. Andrés falleció en Madrid el 11 de marzo de 1871 [Fco. Aguilar, p. 140]. (Hay algunos datos en las historias de los redentoristas, de las vedrunas y de las adoratrices)
Severiano Blanco Pacheco