MARZO
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1841. En este mes, durante su estancia en la parroquia de Pruit (Barcelona), dio conferencias de filosofía a dos seminaristas, los hermanos Serra-Miás.
1849. Continúa la misión en Santa Brígida (Gran Canaria), adonde acuden pobladores de todos los alrededores. Al día siguiente acabará con la comunión general.
1853. Continúa la visita pastoral a la parroquia de Mayarí (Holguín, Cuba), con la que acabará la primera visita pastoral a su arquidiócesis.
EL AUGE (1906-1922)
Las Vice-Provincias de Chile y Argentino-BrasileñaDe 1905 a 1912 Chile vivió ad experimentum como Vice-Provincia. Tuvo dos Superiores Mayores en este período: el P. Tomás Sesé hasta 1909 y el P. Anselmo Santesteban hasta 1912. Durante el primer mandato se hizo la nueva fundación de Ovalle (1907). Durante el segundo se cambió de orientación y se tendió fundamentalmente a la consolidación de las comunidades.
Con el P. Zacarías Iglesias a la cabeza, la Vice-Provincia Argentino-Brasileña, creada en 1904, continuó hasta 1908, en que se dividió en dos, en clima expansionista. En Argentina se fundaba en Córdoba (1906), Tránsito (1907) y en Bahía Blanca y Rioja (1908). En Brasil se hacían fundaciones en Curitiba (1906), Río de Janeiro y Porto Alegre (1907).
La Vice-Provincia Argentino-Brasileña hacía en 1908 la primera fundación en Uruguay, concretamente en Peñarol, suburbio de Montevideo. El Gobierno General aceptó la oferta del Arzobispo enviando un grupo mixto de seis Padres y cuatro Hermanos a la nueva comunidad. Como Superior fue el P. Luis Lusilla, un famoso predicador.
Joaquín Bestué, CMF
Primer Provincial de Italia (1872-1959)Palo (Huesca, España). Ordenado en 1895, fue enviado a la nueva fundación de San Felice di Giano, en Italia. Poco después de su vuelta a España recorrió varias comunidades, entre ellas Aldeia da Ponte, la primera comunidad en Portugal, en 1904, fundando posteriormente la de Lisboa al año siguiente. De allí pasó a Campinas (Brasil) en 1907. Al año siguiente era elegido Superior Cuasi-Provincial de Brasil. Fundó las comunidades de Bahia, Belo Horizonte, Livramento y Rio de Janeiro. Fue al Capítulo General de 1912, de donde ya no volvió, quedándose en la casa de Madrid. Organizó dicha casa, que en 1913 sería la nueva sede del Gobierno General. Allí siguió trabajando hasta que en 1919 fue destinado a Roma como superior de la casa de Via Giulia. Creada en 1930 la Provincia de Italia, fue nombrado su primer Superior Provincial. Fundó las comunidades de Nápoles, Catania y Palermo. Abierta al culto la cripta del Templo del Corazón de María, se mantuvo a su servicio hasta su muerte.
El estímulo de dos santos misioneros
Antes de concluir este capítulo quiero referir dos modelos de celo verdaderamente apostólico… El uno es del V. P. José Diego de Cádiz y el otro es del V. P. Maestro Ávila. Del primero se lee en su Vida: «El Siervo de Dios, movido del celo de ganar almas a Jesucristo, se consagró por todo el tiempo de su vida en el ejercicio del ministerio apostólico, sin jamás descansar. Emprendía continuamente largos y fatigosos viajes, siempre caminando a pie, sin excusar las incomodidades de la estación en los tránsitos de un lugar a otro, todo para anunciar la divina palabra y conseguir el deseado fruto…» (Aut 228).
De la vida del V. Ávila. Su equipaje consistía en un jumentillo, que a él y a sus compañeros les aliviaba a ratos y conducía los manteos, las alforjas con una caja de hostias para celebrar la santa Misa en las ermitas, cilicios, rosarios, medallas, estampas, alambre y tenacillas o alicates para engarzar rosarios que labraba con sus manos. No llevaba cosa de comer, confiado en la divina Providencia. Raro era el día que comiese carne; lo más frecuente era pan y fruta (Aut 229).
PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL
- ¿A quiénes consideras tus principales modelos de vida misionera?
- ¿Qué aspectos de sus vidas te animan más?
“Cuando no se reconoce en la realidad misma el valor de un pobre,
de un embrión humano, de una persona con discapacidad
–por poner sólo algunos ejemplos–, difícilmente se escucharán los gritos de la misma naturaleza. Todo está conectado”
(Francisco, Laudato si‘, 117).