MARZO
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1853. D. José Caixal es preconizado obispo de Urgel; Claret lo lamenta por lo que pueda sufrir la Librería Religiosa.
1859. En carta al P. José Xifré se muestra pesimista respecto de la actitud del Gobierno para con la Iglesia y escéptico respecto de la aprobación civil de la Congregación de misioneros.
1865. Está optimista respecto del funcionamiento de El Escorial a pesar de la oposición que experimenta. Acaba de publicar Consuelo de un alma calumniada.
LA CONSOLIDACIÓN (1899-1906)
Fundación en Estados UnidosFruto de las misiones que, desde México, se dieron previamente en Texas y California por los PP. Mariano Lusilla y Camilo Torrente, y por iniciativa del Vicario Apostólico de Brownsville, Pedro Verdaguer, el cual había conocido al P. Fundador, fue la fundación de San Antonio en 1902, que llevó a cabo el P. Ramón Prat. Primero desde la residencia del Obispo y luego desde la suya propia, comenzaron un incansable trabajo misionero por toda la comarca. No fue fácil adaptarse al nuevo ambiente, también en lo que se refiere al modo de vestir y al estilo de trabajo pastoral. Al mismo tiempo se comenzaba a dar los primeros pasos para la fundación en San Marcos, pequeña población de 2.000 habitantes a unos 100 km. de San Antonio, fundación que se materializó en 1906. Nació a partir de la predicación del P. Eugenio Sugrañes y debido a los achaques y casi ceguera del único sacerdote de la ciudad. En estas fundaciones hubo que aceptar la tarea parroquial pero sin renunciar al carácter misionero.
Andrés Martínez de Novoa
Sacerdote catequista (1804-1871)Madrid (España). Fue sacerdote ejemplar, piadoso y muy caritativo. Ocupó los cargos de vicario en Navalcarnero (1835) y más tarde de visitador de religiosas en la diócesis de Toledo y capellán y confesor del colegio de las Adoratrices del Santísimo Sacramento. Publicó varias obras, entre ellas un Catecismo breve de la Doctrina Cristiana por preguntas y respuestas. Hizo realidad la llegada de los Redentoristas a España y fundó la Casa de Caridad con los hermanos Vicuña. Falleció de un ataque de apoplejía en Madrid el 11 de marzo de 1871. Fue uno de los dos sacerdotes que llevaron a Claret la bula de su nombramiento episcopal y de los que Claret dijo que eran presbíteros muy ejemplares. Fue también uno de los cuatro que, en la casa de Claret en Madrid, se hicieron cargo de su proyecto de Noviciado de las Terciarias del Carmen, ya que eran propietarios del colegio de huérfanas en la Plaza de San Francisco, donde servían las Hermanas.
Libre de motivaciones mundanas
Cuando iba a una población, nunca me proponía ningún fin terreno, sino la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas. No pocas veces me veía precisado a hacerles advertir esta verdad, que conocía era el argumento que más les convencía a buenos y a malos (Aut 199).
Vosotros sabéis que los hombres casi siempre obran por alguno de estos tres fines: 1., por interés o dinero; 2., por placer; 3., por honor. Por ninguna de estas tres cosas estoy misionando en esta población. No por dinero, porque no quiero un maravedí de nadie, ni nada me llevaré. No por placer, porque, ¿qué placer podré tener estando fatigándome todo el día, desde la mañana, y muy de mañana, hasta la noche?… (Aut 200).
¿Será quizá el honor? No. Tampoco es el honor. Vosotros lo sabéis a cuántas calumnias no está uno expuesto: quién me alabará, quién dirá de mí toda especie de disparates, como hacían los judíos contra Jesús, que ya decían mal de su persona, ya de sus palabras que decía, ya de sus obras que hacía, hasta que, finalmente, le prendieron, le azotaron y le quitaron la vida en un suplicio el más doloroso y bochornoso… (Aut 201).
PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL
- ¿Tienes siempre claras las motivaciones verdaderas de tu apostolado?
- ¿Eres consciente de los peligros de “mundanidad” en tu servicio misionero?
- ¿Crees que alguno de los tres fines que Claret evitó pueden estar presentes en tu vida?
- ¿Qué motiva tu acción evangelizadora?
- ¿Te dejas evangelizar?
“No basta querer ser sacerdotes para entrar en la Congregación;
hace falta desear ardientemente ser misioneros
y aceptar todas las consecuencias que se desprenden de esta vocación”
(Josep M. Abella Batlle, Testigos y mensajeros del Dios de la vida, 39).