MARZO

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1859. Miércoles de Ceniza, predica en la colegiata de San Isidro (Madrid), y comienza Ejercicios a las Mercedarias conocidas como las Góngoras.

1868. Habla personalmente con la Reina para que ella lo trate con el ministro y por fin se entregue a los misioneros de Vic el ala del dibujo, la parte del convento y huerta que aún no se les ha entregado.

1868. En estos días está sufriendo mucho por una gran llaga en la boca; hoy le practican una operación de encía.

LA CONSOLIDACIÓN (1899-1906)

La Congregación en Argentina

Después de infructuosos intentos, algunos de ellos ya en 1877, por fin el P. Ramón Genover, por encargo del P. Isaac Burgos, se trasladaba de Sâo Paolo a Buenos Aires el año 1900 para tantear la que sería la primera fundación en Argentina. A finales de 1901, a la vuelta del Capítulo Provincial, se llevaba a cabo la fundación de la comunidad en una casa alquilada en Buenos Aires y con una atención prioritaria a la parroquia de la Concepción y a una Casa correccional de mujeres. A la cabeza de la fundación iba el P. Zacarías Iglesias. No tardó mucho en ampliarse el número de casas en la República, fundándose en Tucumán (1902), explorada personalmente por el P. Genover a pesar de las distancias. Catamarca (1903) gestionada también por el P. Genover. Y Rosario (1904), esta vez a petición de los mismos misioneros, bajo la iniciativa también del P. Genover y con la colaboración del P. Lucinio Martínez. Pero la figura más sobresaliente en Argentina en este período fue el P. Zacarías Iglesias.

Miguel Muntadas

Fundador del Colegio de Ultramar (1808-1885)

Capellades (Barcelona, España). Vistió el hábito benedictino y profesó en 1826. Exclaustrado en 1835, volvió al monasterio de Montserrat en 1844, donde se puso al frente de la comunidad de exclaustrados, primero como presidente y luego como abad, trabajando en restaurar el monasterio y organizar la vida monástica. Publicó en 1867 Montserrat, su pasado, su presente y su porvenir. Dos meses antes de su muerte, aceptando la invitación del Ilmo. D. Rosendo Salvadó, fundó un Colegio de Misioneros para Ultramar, que tan fecundo habría de ser en vocaciones monásticas, y con el que pudo rehacerse Montserrat y los demás monasterios benedictinos de España. Murió en Montserrat el 8 de marzo. Mantuvo estrecha amistad con el P. Claret y con Santa Micaela del Smo. Sacramento, fundadora de las Religiosas Adoratrices. Tenía un concepto de Claret como de prelado verdaderamente santo, lleno de celo por la gloria de Dios y la salvación de las almas, además de sabio y prudente, con una humildad y mansedumbre a toda prueba.

La necesidad de ser enviado

Conocí que nunca jamás el misionero se debe entrometer, debe ofrecerse al Prelado; debe decir: Aquí estoy, envíame, pero no debe ir hasta que el Prelado lo mande, que será mandato del mismo Dios. Todos los profetas del Antiguo Testamento fueron enviados por Dios. El mismo Jesucristo fue enviado de Dios, y Jesús envió a los apóstoles. Como mi Padre me envió, así os envío también a vosotros (Aut 195).

Esta necesidad de ser enviado y de que el Prelado mismo me señalara el lugar, es lo que Dios me dio a conocer desde un principio. Y así es que, aunque los pueblos a los que me enviaba eran muy malos y estaban desmoralizados, siempre se hacía grande fruto, porque Dios me enviaba, los disponía y preparaba. Y así tengan entendido los misioneros que sin la obediencia no vayan a ninguna población, por buena que sea; pero con la obediencia no tengan reparo en ir a cualquier población, por mala que sea. Por dificultades que se presenten, por persecuciones que se levanten, no teman; Dios los ha enviado por la obediencia; Él cuidará (Aut 198).

PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL

 

Claret descubrió el valor de ser enviado como misionero por la autoridad eclesiástica competente y lo recomienda a sus misioneros.

  • ¿Qué lugar ocupa la obediencia en tu vida misionera?
  • ¿Estás libre y disponible para salir a evangelizar a donde te envíen?

 

“Seguir a Jesús significa aceptar y hacer propio
el orden nuevo de valores que Él propone como el «Reino»,
la realidad absoluta desde la cual todo el resto
adquiere su propia colocación de relatividad”

(MCH 143).

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