MARZO
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1851. Comienza la misión en Santiago de Cuba, que durará veinte días. Predica en la catedral, mientras que el P. Manuel Vilaró, en la iglesia de san Francisco.
1865. Comienza una misión en la iglesia de la Escuela Pía de San Fernando (Madrid). Algunos le ha desaconsejado que la predique porque creen que peligra su vida: la persecución arrecia. Sin embargo, resultó concurridísima.
1865. Concede que se forme un coro de la Academia de San Miguel en Medina de Rioseco (Valladolid).
LA CONSOLIDACIÓN (1899-1906)
La Vocación ReligiosaEn 1902, el día de su onomástico, publicó el P. Clemente Serrat una hermosa circular a la Congregación titulada La Vocación Religiosa, en la que se proponía estimular en todos sentimientos de gratitud, recordándoles el beneficio de la divina vocación. Al mismo tiempo invitaba a la fidelidad y a la imitación del Maestro a través de tres medios: el primero y fundamental la humildad y la mansedumbre, dos virtudes típicas del misionero claretiano, una humildad motivada, profunda y personalizada, sincera y bien fundada; el religioso debe ser consciente del sacrificio y de la abnegación que implica. El segundo una caridad paciente, que ayuda a comprender al hermano, su carácter y su temperamento, su dolor y sufrimiento, evitando la dureza y el rigor con ellos, y hacía una llamada a la responsabilidad que cada uno tiene sobre la vocación del hermano. Y, finalmente, la unidad del espíritu con el vínculo de la paz. Si el anterior medio tiende a fomentar la caridad mutua entre los hermanos, individualmente considerados, éste los considera colectivamente, formando corporación.
Pedro Naudó
Colaborador de Claret (1801-1882)Enveig (Cerdaña, Francia). Entró en el seminario de Barcelona. Hombre ilustrado, sencillo y lleno de celo, fue beneficiado y ecónomo de la parroquia de Santa María del Mar, de Barcelona. Allí fundó varias obras piadosas y benéficas. Amigo íntimo y apoderado del P. Claret durante muchos años, muy respetado y conocido por su carácter y virtudes. El obispo Rosendo Salvadó le hizo especial encargado de las misiones de Australia. Murió en Barcelona el 4 de marzo de 1882. En una carta de Naudó a Claret en 1870 decía: Yo me valgo de mi sobrino Xifré. Pero no se sabe que Xifré fuera sobrino suyo, seguramente fue un error de copia. Por las numerosas cartas entre Claret y Naudó podemos entender la confianza que Claret le profesaba. Era el que le surtía de libros y envíos a él y a otros desde la Librería Religiosa de Barcelona. En 1879 escribía de Claret: Toda la vida del Sr. Claret es admirable. Dios cuando bien le parezca hará lo necesario para su beatificación.
Médico corporal y espiritual
Establecido en la Parroquia de Viladrau de regente, cuidaba del mejor modo que sabía del bien espiritual de aquellas almas. En los domingos y fiestas explicaba el Evangelio por la mañana en la Misa mayor, y por la tarde enseñaba el catecismo a los chicos y grandes de ambos sexos. Todos los días visitaba a los enfermos, y, como Viladrau no era pueblo fortificado, así es que cada rato venían uno y otro partido; y, como los médicos, por lo regular, son hombres de noticias, de aquí es que fueron perseguidos de todos los partidos, y así quedó la población sin ningún médico (Aut 170).
Y así me fue preciso hacer yo de médico corporal y espiritual, ya por los conocimientos que tenía, ya por los estudios que hacía en los libros de medicina que me procuré; y, cuando se presentaba algún caso dudoso, miraba los libros, y el Señor de tal manera bendecía los remedios, que de cuantos visité ninguno murió. Y así fue como empezó a correr la fama de que yo curaba, y venían enfermos de diferentes lugares (Aut 171).
PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL
Ante la falta de médicos, Claret no duda en atender a los enfermos con la medicina natural y la oración.
- ¿En tu vida apostólica tienes relación con enfermos?
- ¿Cómo relacionas lo humano y lo espiritual en tu servicio misionero?
“A los sacerdotes les recuerdo que el confesionario
no debe ser una sala de torturas sino el lugar de la misericordia del Señor
que nos estimula a hacer el bien posible”
(Francisco, Evangelii gaudium, 44).