ENERO

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1851. Último día de predicación en Málaga; al día siguiente se hacen a la mar.

1862. Trata con la Reina sobre el nuevo candidato a la sede de Badajoz.

1865. Claret comunica a M. París que ya cuenta con el permiso del arzobispo de Tarragona para fundar un Convento de la Enseñanza en su diócesis; pero no podrá ser en la capital, donde ya hay otros.

CONSTITUCIÓN DEL INSTITUTO (1858-1870)

 

La promesa consoladora

 

Este tipo de promesas no es exclusivo de nuestra Congregación. Es la tercera de las tres afirmaciones que se han recogido tradicionalmente de la profecía del Fundador: 1) la expansión por todo el mundo, 2) la perduración hasta el final de los tiempos, y 3) la promesa de salvación para cuantos mueran en la Congregación. La dio a conocer el P. Xifré en una carta circular de 1897 y luego fue recogida por otras publicaciones, como las de los PP. Félix A. Cepeda y Ramón Ribera, pero nunca fue considerada doctrina oficial de la Congregación. El 23 de octubre de 1897 en su Circular Importantísima el P. Xifré escribía: Como Misioneros Religiosos, estamos obligados a tender a la perfección por medio de la guarda de los votos y observancia de las Reglas. Tenemos juramento de perseverancia. Si lo cumplimos, tenemos una grande señal de predestinación, y la revelación de nuestro Padre Fundador, que oímos de sus labios, a saber: DIOS ME HA REVELADO QUE LOS QUE HASTA LA MUERTE PERMANEZCAN EN LA CONGREGACIÓN, SE SALVARÁN.

Alcides Fernández, CMF

Misionero y aviador (1917-1995)

Villapinzón (Cundinamarca, Colombia). Toda su vida estuvo animada por una entrega total a la misión. Ello le llevó a dedicarse a la predicación y a la misión en el norte del Chocó, al cual llegó en 1954 después de haber obtenido el carnet de piloto en España. Trazó aeropuertos elementales a lo largo del río Atrato y construyó pueblos de colonos en la zona del Urabá chocoano. Esta tarea del trasporte de las familias y lucha contra la selva tropical respondía a un proyecto evangelizador: ayudar a vivir la experiencia integral de las primitivas comunidades cristianas a los campesinos de los nuevos asentamientos. Salió ileso de dos accidentes. Muchas veces tuvo que hacer sus viajes completamente solo. Una vez que dejó de volar, después de 29 años, se dedicó a tareas como la Universidad campesina de Balboa, el periódico Frontera, etc. Murió el 1 de enero. Escribió libros de crónica y mensaje: Cristo por los caminos de Urabá, Alas sobre la selva, Aviadores y Fantasmas, etc.

Las primeras devociones

 

A los diez años me dejaron comulgar; pero yo no puedo explicar lo que por mí pasó en aquel día en el que tuve la imponderable dicha de recibir por primera vez en mi pecho a mi buen Jesús… Y desde entonces siempre más frecuenté los santos sacramentos de Penitencia y Comunión, pero ¡con qué fervor, con qué devoción y amor!… Más que ahora, sí, más que ahora, y lo digo con la mayor confusión y vergüenza… (Aut 38).

Además de la Santa Misa, Comunión frecuente y funciones de Exposición del Santísimo Sacramento, a las que asistía con tanto fervor por la bondad y misericordia de Dios, asistía también en todos los domingos sin faltar jamás ni un día de fiesta al Catecismo y explicación del santo Evangelio, que siempre hacía el cura párroco por sí mismo en todos los domingos, y, finalmente, se terminaba esta función por la tarde con el santísimo Rosario (Aut 39).

PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL

 

  • ¿Recuerdas cuáles eran las prácticas religiosas más importantes de tu infancia?
  • ¿Cómo ves tu vida de oración en la actualidad?
  • Escribe ahora una carta sobre la experiencia de tu Primera Comunión y tus primeras devociones.

“Con gran tristeza, por tanto, de nuestro espíritu observamos en la actualidad una contradicción entre dos hechos: de una parte las estrecheces económicas se presentan a los ojos de todos en tal cerrazón, que parece como si la vida humana estuviese a punto de fenecer bajo la miseria y el hambre; de otra parte, los últimos descubrimientos de las ciencias, los avances de la técnica y los crecientes recursos económicos se convierten en instrumentos con los que se expone a la humanidad a extrema ruina y horrible matanza”

( Juan XXIII, Mater et Magistra, 198).